sábado, enero 24, 2015

Cuento de la nueva Historia

Capítulo I

Cenando una noche en lo de Susi Traverso, con otra pareja de amigos, Vicky y seba, su dos hijas, su futuro esposo, el negro, y Rodolfo un simpático bichón frizzé blanco, una bola de rulos un tanto exitado con mi pierna. Yo estaba soltero pero eso a Rodolfo no lo incomodaba. Nos servimos varias botella de cervezas, fernet y creo que terminamos con whisky, el chiste de la noche fue conseguirme novias, a lo que en eso, seba, el marido de Vicky, le dice a su esposa;
"podríamos presentárselo a tu hermana"...
"noooooooo!" Vocalizó, Y su cara dijo el resto. 
Ella me conoce desde la primaria y fama es lo que me sobra, como un día me dijo Carlos Solari;
 "siempre fui menos que mi reputación"
 pero el caso quedó allí entre algunas risas cómplices, pero nunca dejó de repicar en mis pulgares. A las dos o tres noches, Facebook de por medio y hurgando en el perfil de mariana, la dichosa y nunca antes nombrada hermana, le pedí admisión de amistad ;) creo que corría el mes de julio o por ahí.
   susi y el negro se casaron el 13 de diciembre por civil y al otro día fue la iglesia y la fiesta, ahí estaba Marian, con su sonrisa luminosa, sobre unos tacos que la elevaban al cielo de las más hermosas estrellas, su vestido rosa y la suavidad mas suave que existe en pieles. El destino y su brillo sentados a la misma mesa. Todo fluyó cual si fuese sido planeado, cócteles y extraños pasos de baile, sonrisas y por sobre todo nuestras risas captaron mi atención para siempre.
 Al otro día y en medio de una resaca tremenda, le pedí a seba el número de Mariana vía sms, a lo que sin respuesta alguna procedí con cautela y sin molestarla. Unos días después, chating por Facebook y moisés separó los mares para nosotros, para encontrárnoslo derrepente, mucha onda en las caras, sensaciones nuevas y cita para el domingo siguiente. 

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Capítulo II

El día amaneció radiante, un domingo 22 de diciembre perfecto estaba por suceder y eso se refleja en mi alma. La cita es ir a navegar un rato en lancha, tomar algo, charlar un poco y bueno, todo podría pasar. Me levanté de la cama temprano y comencé con los preparativos, almorcé algo y salí rumbo norte, con Pomelo, mi perro, mi único compañero (hasta el momento), pase por el súper, llevé Coca-Cola, cerveza, Fernet, galletitas, mates y me olvide el off, mas tarde los mosquitos se encargaron de notarlo. En la estación de servicio cargue combustibles y hielo. Llegué a la amarra y le quité la lona a la Mediterráneo, mi lancha, que flotaba en el hermoso río Paraná, en las costas del Club Remeros de Alberdi, abastecí combustible, ordené las cosas, puse a enfriar las bebidas subí al perro, calenté el motor y lleve la lancha al muelle principal para un mejor acceso, mi amarra es medio rebuscada. Ya era casi la hora así que salí a buscarla, ella estaba almorzando en casa de sus padres, dieciséis horas era la cita y dieciséis  horas en punto la llame al celular para decirle que salga. Y así atravesando el pasillo apareció hermosísima, con una remerita anaranjada y falda, creo que de jean clarito o blanco, su dominante melena sostenida por una vincha trenzada, sus ojos que miraban hacia atrás y su sonrisa, algo inexplicable, una electrizante sensación que no olvidaré nunca.
Camino al club se la notaba bastante tranquila, charlaba mucho y secaba el sudor de su cara mientras miraba para todos lados.
Llegamos a la lancha y le presenté a Pomelo, su sonrisa era cada vez más intensa. En cuestión de un minuto ya habíamos zarpado, y cuando comenzamos a planear con la lancha, el viento en la cara puso el punto justo de felicidad en nuestras almas, la sensación de alegría, confort y libertad que tuvimos ese día no la olvidaremos jamás. Navegamos rumbo NNE a unos 20 nudos por más de 15 minutos y llegamos a las playas del Paso Destilería en el delta entrerriano, hice las amarras pertinentes y bajamos, había linda arena en la costa aunque un poco de barro también, la vegetación local, camalotes, ceibos, timbó blanco, sauces, mucha leña en la playa y todas las aves que vuelan por ahí. Bajé las reposeras, la conservadora, el perro había saltado mucho antes, la mesa y nos instalamos, estaba hermoso, mucho calor, ella se sacó la ropa y con una figura exquisita cautivó mi mirada desprevenida de vergüenza y llena de deseos.
"Voy al agua" dijo caminando hacia el río.
Se acercó a la orilla caminando por un barro pantanoso, arrancó dos camalotes que le molestaban en su camino y mi mente voló por los aires, explotó en mil pedazos. Debía tenerla, una mujer que, además de preciosa, no tiene problemas con eso que a mi tanto me gusta, empecé a enamorarme de inmediato. Se tiró al agua y yo tras ella, una refrescada necesaria, el perro nos seguía detrás, suspiramos y nuestras miradas se cruzaron misteriosas. De vuelta en la playa le ofrecí algo de tomar;
"Cerveza, fernet, coca?" Dije abriendo la heladera.
"En ese orden está bien" dijo con una sonrisa tan cómplice como delicada. Otra explosión cerebral, sumada a su pelo mojado y los rayos de sol en todo su cuerpo, todo fluía a una temperatura jamás concebida. Nos divertimos muchísimo, nos reímos a carcajadas, escuchamos música, nos contamos anécdotas, tenemos mucha gente conocida en común, así que compartimos raras y graciosas historias. Armamos un fernet con coca y fuimos con él al agua, el calor era tremendo, el río estaba exacto, ella estaba tan bonita que me da escalofríos contarlo. Me tomó por la espalda, flotando, yo la sostuve como a una princesa sobre ambos brazos, me besó apasionadamente en la boca, mi sonrisa entre cada beso obstruía el progreso, sólo las almas saben lo que pasó allí.
 Empezó a caer el Sol y los mosquitos se hicieron dueños de la playa, había olvidado el off, emprendimos la retirada. Ella sacó unas hermosas fotos del puente y la ciudad derretida en el ocaso, otra vez las miradas se misturaron en una homogénea sensación de bienestar y simpleza. Navegamos suave y entre besos y risas llegamos al club, amarramos, tapamos la lancha y la llevé hasta su casa, otro beso en su despedida, un amor que de a poco crecía.

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Capítulo III

Veinticuatro de diciembre estaba obsesionado con ella, no podía dejar de pensarla, le escribí cerca de diez poesías en tres días. Me pareció perfecto dejarle un presente de Navidad, pensé y pensé en nuestras conversaciones, buscaba algo que me diera una pista, y en un momento ella dijo;
"Me gusta leer traducciones al inglés" 
Es traductora, obviamente, y periodista también, la combinación perfecta entre mecanismos y creatividad, culturalmente muy rica y en la boca también.
Así que decidí obsequiarle un libro de un/a autor/a hispano/a traducido al inglés. Recorrí algunas librerías y me fueron guiando de una a otra hasta conseguirlo, envuelto para regalo y tan nervioso estaba, pensaba hablar con la madre para que lo ponga en el arbolito, pero no me dió la cara. Así que se lo llevé hasta la casa y lo entregué en mano. Al recibirlo, aún recuerdo sus ojos, brillaban cual hielo al Sol, perpetuando mis recuerdos y ahondando mi amor. Charlamos un rato y me fuí a pasar la noche buena a Pergamino con mi familia, esa noche hablamos, esa noche la soñé.

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Capítulo IV 

Miércoles 25 de diciembre, tarde de Navidad, medio corazón fuera de la boca, quedamos en ir a navegar nuevamente ;) todo listo para un paso más. La busque a eso de las seis, si la memoria no me falla, la temperatura superaba los treinta grados y nuestros cuerpos creo que llegaron a los novecientos, apenas nos tocamos, apenas nos vimos, apenas nos besamos. Sus manos frías contenían las arenas del tiempo sin dejarlas escapar, todo está detenido, cuando estoy en sus manos. Siete menos cuarto de la tarde ya estábamos en el agua, nadando y besándonos a cada pasada, esta vez había off y unas cuantas razones para beber cervezas. Caía el ocaso prendido fuego sobre las islas, reflejando las llamas sobre el agua, cuando de pronto sentí su mano dentro de mi traje de baño tomando mi miembro con cariño, ya estaba completamente en sus manos. De inmediato respondí con caricias y fogosos besos fuera de las condiciones normales. Hicimos el amor bajo en agua y las almas fueron prescintadas para ya nunca más escapar. Los mosquitos volvieron a  apoderarse de la playa, el off era como su preferido alimento, igual no le dimos importancia, seguimos haciendo el amor sobre la lancha y sobre la playa y sobre todas las cosas haciendo el amor espectacularmente, paulatinamente, mi corazón volvía a estallar tan fuerte que podría verse desde la luna.
Otra vez la batalla la ganaron los mosquitos, volvimos a Rosario para cenar. Natural Mystic, pegado al club remeros, sobre la playa rosarina, vista al río, cerveza helada, pizza, risas, besos, la combinación perfecta de una noche inolvidable.

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Capítulo V

No recuerdos realmente el día, pero tiene que se 28 o 29, no podíamos dejar de vernos, no queríamos dejar de estar juntos. Fuimos a cenar a Longboard, en la barra un amigo, charlamos un rato y nos sentamos a tomar una cerveza, estuvimos muy divertidos, y entre risas y picaros comentarios nos fuimos a su depto, cuando entramos le dije;
"Ah, recién te mudas?"
"Me mudé hace seis meses, pero soy un poco despelotada" dijo con una carcajada de por medio.
"Y donde están las otras ocho personas que viven con vos?"
"Ajajajajajaja, vivo sola" dijo, y de un beso me calló. Ese fue el punto de inicio de un nuevo incendio corporal, su cama se enteró de todo, sus piernas abiertas a la imaginación sucumbiendo de nuevo mi mente, inmortalizando algunas texturas entre los rincones más ricos de su cuerpo. Buen diálogo y muchas ganas de volver a hacerlo, comenzaron a surgir indicios de mismos objetivos, anteponiendo por sobre todas las cosas la franqueza y el amor. Esa noche los hicimos mucho, aunque hablamos mucho también, de todas las cosas y del presente también. Acostado todavía no quería estar en ningún otro lado;
"Da para que me quede, querés que me quede?"
"Eso no se pregunta, si te querés quedar te quedas" dijo mientras recogía del suelo sus prendas usando sus pies como si fueran manos.
Dormimos juntos esa noche y no les exagero, fue tan hermoso verla dormir como debe verse la Tierra desde la Luna. Por la mañana me hizo un té y nos fuimos a trabajar, la lleve a casa de su madre y la besé un poco más.

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Capítulo VI



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